Hoy día 18 de diciembre de 2013 el
Parlamento Español ha aprobado una medida por la que en ciertos
tramos de la red de autopistas se podrá circular a 130km/h. Este
cambio ha suscitado opiniones positivas (algo beneficioso) y
negativas (mayor riesgo vial).
En estos momentos, me encuentro en las
afueras de un pueblo de la periferia de Milán. He llegado hasta aquí
después de un largo viaje en coche de 14h y dos fronteras. Además,
me estoy hospedando en el Hotel San Siro de 4 estrellas, al cual se
le caen entre 4 y 5. Entre otros detalles, el mini-bar que es de
tamaño considerable dispone, en exclusiva, de dos botellas de agua
mineral, siendo estas de marca blanca. El secador de pelo parece
haber existido, pero ya no se encuentra en la habitación. A esto se
le puede sumar el hecho de tener que pagar 9 euros por 24h de WIFI y
otros tantos por aparcar aquí, en medio de la nada.
Saliendo de Bilbao sobre las 9 de la
mañana todo ha ido sobre ruedas debido a que las carreteras
resultaban conocidas y la circulación amigable (dentro de mis
consideraciones). Aproximadamente 1 hora después, a la altura de
Irún, hemos cruzado la frontera franco-española y el paisaje
automovilístico ha sufrido un cambio a mejor: las carreteras se han
anchado y las autopistas en muchos tramos eran de 4 carriles.
También, las áreas de descanso o “aires” en francés disponían
de espacio más que de sobra para coches y camiones. En ellas había
gasolinera, restaurante, merendero y baños públicos en buen estado.
Si hacemos una comparación con las áreas de descanso españolas, la
diferencia es considerable. A parte del buen estado de las
carreteras, en la mayoría de los tramos el limite de velocidad era
de 130km/h y los conductores muy respetuosos con los demás vehículos
y las normas de circulación. Considerablemente mejor que las
autopistas españolas.
Después de varias horas conduciendo
por la autopista y dejando atrás ciudades como Tulousse, Marsella y
Mónaco hemos atravesado la frontera franco-italiana. Esta frontera
está situada en una cadena montañosa. Se encuentra menos señalizada
que la franco-española, pero el cambio es mucho más notorio.
Estando aún en Francia empiezas a atravesar túneles y túneles,
después de un túnel y un cartel, más pequeño que el que anuncia
una Comunidad Autónoma en España, entras en otro túnel territorio
italiano. Esto lo puedes percibir porque aunque el límite de
velocidad siga siendo 130 km/h el estado de las carreteras sufre un
deterioro considerable, los arcenes desaparecen y aunque la autopista
sea de pago, los carriles son estrechos y en la mayoría de los
tramos no hay más de dos. Las áreas de descanso son algo así como
un arcén de 20 metros de largo mal señalizado y los conductores,
conduzcan lo que conduzcan, se comportan como si estuvieran manejando
un Ferrari por el circuito de Mónaco. Con esto quiero decir que el
respeto por los límites de velocidad y las normas viales es de la
misma calidad que el Hotel en el que me encuentro.
Cuando entré a Francia pensé que los
conductores españoles eran malos, la DGT poco exigente y las
autopistas una “chapuza” minimalista. Pero ahora que estoy en
Italia creo que aparte de que en España la gente conduce bien, las
autopistas son buenas. Después de lo visto creo que podríamos poner
en la M-30 un límite de 130km/h. Ya que hacemos la competencia a
Italia en corrupción, por qué no hacérsela en muertos en
accidentes de tráfico. Pese a que está comprobado que la
siniestralidad se reduce bajando los límites de velocidad algunos se
esfuerzan por copiar lo malo antes que lo bueno.
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